El encanto de la comodidad

Como decía la actriz e icono de la moda Audrey Hepburn: “La elegancia es la única belleza que nunca desaparece”. Ir elegante no siempre equivale a vestir de gala y este concepto tiene nombre: smart casual. Consiste en encontrar el punto medio entre la comodidad e ir arreglado, en lucir adecuadamente según las circunstancias sin sufrir la rigidez de algunas prendas.

El estilo “semiformal” rechaza el exceso y potencia la elección de prendas de calidad, buscando aquello favorecedor para el cuerpo y consiguiendo un “look” cuidado pero sin estridencias.

El dress code marca las pautas que el invitado debe seguir para encajar en un determinado momento. Así se consigue que entre todos se cree el ambiente buscado. Pero este código de vestimenta suele causar muchas dudas sobre qué es apropiado, ya que el “arreglado pero cómodo” puede interpretarse de diversas maneras.

El primer paso es tener en cuenta a qué tipo de evento nos estamos refiriendo. Es evidente que una boda exigirá un mayor grado de formalidad que una reunión cotidiana entre unos amigos. La clave está en conseguir una combinación de prendas que mezclen formalidad (smart) y soltura (casual) y según lo que la situación requiera, el invitado enfatizará más un lado u otro.

Este cambio de estilo se está trasladando cada vez más a las ocasiones en que se
requiere etiqueta. Por eso, el invitado a un evento debe saber aplicar estas nuevas
tendencias sin perder la dignidad que la ocasión merece. Porque no es lo mismo ir
de Smart Casual a trabajar, que ir a una boda, por ejemplo.

En cualquier caso, este tipo de dress code siempre debería usarse cuando los
novios nos lo hayan sugerido y estos deberían invitar a usarlo en bodas de día y en
espacios abiertos.

La comodidad es un elemento primordial cuando hablamos de este estilo, es uno de los atractivos que tiene este código de indumentaria, tanto para ellas como para ellos. Aún así, debemos recordar que estas instrucciones no denotan lo mismo en el streetwear que en eventos más formales como son las bodas.

Si la supresión de corbatas (¡y pajaritas!) es totalmente apropiada, vestir camisas estampadas y polos, así como cualquier tipo de calzado deportivo, no lo es. Relajar la formalidad del atuendo y el grado en el que se haga depende, en estos casos, de la hora del día y el lugar en el que se dé la celebración. La noche y el ambiente urbano llaman a mantener más la etiqueta, mientras que una boda campestre y las ceremonias diurnas permiten más flexibilidad.

Anunciado el código de vestimenta, los prometidos tienen una idea en mente y esa es la que el resto deben tener como guía para hacer de la ocasión un acontecimiento inolvidable y personal. En caso de no concretar, el invitado acudirá a los novios en busca de aprobación para asegurar que el conjunto elegido sea perfecto para la velada.

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